LOS GEÓGRAFOS LO HACEMOS CON MODELOS.
SÍ, MODELOS, pero... ¿con cuál de estas... digo... estos modelos?
Fuente: Universidades públicas y pseudociencias, el mapa de la enseñanza magufa en España, El Confidencial, 3-9-2016 |
Las pseudociencias parece que dan para mucho (entrevista a Mauricio-José Schwarz "Antivacunas, homeopatía, transgénicos...").
La ciencia es menos ambiciosa, se limita a sus modelos (José Antonio Acevedo, Sobre modelos científicos, citando a Giere, R. N.): ... los modelos son las entidades representacionales primarias de la ciencia ... los científicos suelen usar modelos para representar los aspectos del mundo ... los modelos más interesantes son los modelos teóricos. Estos son objetos abstractos, entidades imaginarias cuya estructura podría o no ser similar a los aspectos de los objetos y procesos del mundo real. Los científicos son más propensos a hablar del ajuste entre sus modelos y el mundo...
SÍ, CIENCIA, pero ¿qué ciencia?
El espacio geográfico o "paisaje" es el resultado de la interacción entre los grupos humanos y el medio ambiente. Hubo geógrafos que veían tal grado de dependencia entre cada grupo humano y su medio (esquimales, beduinos...) que lo consideraban "determinado" por él, siendo cada uno de ellos una adaptación al medio de naturaleza no muy distinta a cómo la adaptación biológica afecta a las especies; otros veían tal grado de transformación producida por los grupos humanos en su medio (ricicultura, cuencas mineras...) que definieron esa relación como un "posibilismo"; mientras que otros prefieren ver los desequilibrios espaciales como una manifestación de las desigualdades (centro/periferia, fronteras, movimientos, intercambios y todo tipo de sistemas y estructuras dinámicas) explicables desde muy distintas perspectivas: la materialista que las identifica como resultado de las relaciones de producción y la lucha de clases, la geoestratégica que las define como relaciones de poder entre distintos agentes, la cuantitativa que las reduce a un conjunto de variables analizables numéricamente, o la que encuentra mayor sentido en el estudio de cómo son percibidas.
La primera tarea de la geografía es el conocimiento del entorno físico: la forma, movimientos, dimensiones y estructura material de la Tierra (interna y externa, distribución de continentes y océanos); el sustrato geológico y sus formas (geomorfología de cordilleras, llanuras...), el clima, la vegetación, la hidrografía...
A partir de ella, la segunda tarea es el conocimiento de las transformaciones humanas del paisaje natural: empezando por la propia presencia humana (demografía) y continuando por el hábitat y las actividades económicas (sectores primario, secundario y terciario) que definen la geografía rural y la geografía urbana. Por mucho que aparentemente los grupos humanos se emancipen de la naturaleza, nunca será posible un estudio geográfico que se abstraiga completamente de su dimensión espacial.
Los problemas metodológicos de la geografía como ciencia comienzan con la determinación de la escala de la descripción: la "región geográfica" con características comunes puede concebirse a escala planetaria, continental, nacional, subnacional, comarcal o local.
Sin poderse sustraer a condicionamientos, sesgos y otras dificultades, el trabajo de los geógrafos se basa en la obtención y procesamiento de todo tipo de datos que contribuyan a la construcción de modelos geográficos: simplificaciones de la realidad que permiten comprenderla y actuar sobre ella, para que la transformación humana del entorno (más bien su interdependencia) se oriente de un modo consciente.
En las novelas de Eduardo Mendoza hay frecuentes digresiones que valen más que mil manuales de ciencias sociales, geografía e historia. Esta es una de ellas:
Las grandes ciudades fueron concebidas para impresionar al forastero que llegaba por mar o, más tarde, en ferrocarril. La fachada marítima o fluvial es imponente; las estaciones antiguas son suntuosas. Acto seguido el recién llegado se encontraba en una zona céntrica, rebosante de comercio, actividad y tanta opulencia como el lugar fuera capaz de mostrar. No podía haber mejor recibimiento. Ahora, por el contrario, los aeropuertos están lejos del centro, encerrados en sí mismos, de espaldas a la ciudad. El que sale de la terminal, después de un viaje fatigoso y en algunos casos unos trámites policiales ásperos y suspicaces, se encuentra en tierra de nadie, a merced de unos medios de transporte cuyos entresijos desconoce. [El rey recibe, 2018]
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